E’ di questi giorni la notizia arrivata dall’Argentina, che il nostro amico Veeraj (a sua volta con l’aiuto di ottimi amici), può annunciare la pubblicazione del Trattato del Pensiero Vivente, già terza opera di Massimo Scaligero tradotta in castigliano.
Vi ricordiamo che Veeraj, negli ultimi anni, ha già tradotto di Scaligero, L’uomo interiore ed Il manuale pratico della Meditazione.
Per quanto sia riuscito a capire, il Trattato del Pensiero Vivente è stata probabilmente l’opera più sofferta. E’ una impresa azzardata e titanica riportare in una lingua diversa non soltanto il senso ma ancor più il ritmo concentrato, anzi meditativo di questo scritto. A ciò si sono aggiunte alcune traversie editoriali e umane, tanto per rendere più tosto lo sforzo.
Ma ora è fatta: il testo (forse più importante) è ora a disposizione dei tanti amici di lingua spagnola che soprattutto seguono l’Archetipo.
Noi da Eco, talloniamo a ruota il glorioso mensile, non certo per emulazione ma perché desideriamo che notizie come questa, che ci riempie di gioia, abbiano il maggior risalto possibile, rumoreggino come superbi tuoni.
Poi ho fiducia che lo spirito di un simile libro incontri, per virtù propria, le anime disposte ad accogliere nell’intimo l’avventura che esso indica e che si avviva con la sua lettura.
Infine ringraziamo Veeraj ed i suoi amici di Mendoza, i Responsabili dell’Archetipo e F. Giovi. Essi ci hanno permesso queste righe e la nota introduttiva al “Tratado del Pensamiento Viviente”.
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Prólogo a la edición castellana
sobre el autor
A lo largo de mi no muy breve vida en contacto con la Ciencia del Espíritu, -me acuerdo que leí por primera vez “La Ciencia Oculta” de Rudolf Steiner recién en la adolescencia- encontré pronto y por casualidad, en una librería, el voluminoso texto de un italiano, cosa que, en mi opinión de aquel entonces, ya no hablaba muy bien sobre el autor. Las pocas informaciones que luego conseguí confirmaban ulteriormente mi juicio: se trataba de un discípulo de Julius Évola*, del cual había tomado posturas incluso más “preocupantes”, en fin, un comediante de la Iniciación, productor de mamarrachos donde un cierto orientalismo andaba mezclado con las fantasías evolucionistas de Steiner… y cosas por el estilo.
Por suerte ya era capaz de separar los juicios ajenos de la experiencia directa, así que puse mucho empeño en la lectura de “La Vía della volontà solare”. Una vez llegado, con dificultad, al 2do capítulo, a duras penas, y además con el obstáculo de un lenguaje insólito y arduo, tuve (mejor dicho me encandiló) la clara intuición de que el autor hablaba soportado por el rarísimo privilegio que tiene el que conoce de lo que habla por experiencia directa.
Luego de haber conocido y buceado a lo largo y a lo ancho por el océano de las comunicaciones sobre lo suprasensible, había sacado la desoladora conclusión de que eran muy pocos aquellos que tenían algo que decir más allá del saber académico y de la ambigua obra de copiar y trascribir textos y doctrinas precedentes. Siempre estas repeticiones se revelaban, cada vez, inferiores a los originales.
¡Qué abundancia de chantas, estafadores, médiums y locos !
¡Aptos para todos los gustos de las almas ya predispuestas en continuar en los sueños, las fantasías, y la más absoluta credulidad frente a toda barbaridad que hablara de Espíritu!
Bueno, seguimos: empecé a buscar todo lo que Scaligero había ya escrito, que en aquel entonces todavía no era mucho. Encontré “El Hombre Interior” y “El Tratado del Pensamiento Viviente”. Confieso, en forma de auto-reproche, que pese a la breve aunque estimulante introducción del autor, el segundo texto me resultó más parecido a un breve tratado filosófico que a una indicación práctica de un camino interior.
Tal que me sorprendí mucho cuando me di cuenta que Scaligero consideraba este libro como un texto de suma importancia. De hecho, lo hizo reimprimir dos veces en un tiempo relativamente breve.
Tomé conciencia de la importancia del Tratado muy lentamente, no con los tiempos del intelecto, sino más bien con el ritmo de las estaciones y del crecimiento del mundo vegetal.
Pero esto no fue una desgracia, sino un bien, ya que uno no incorpora realmente tamaño escrito mientras falte todavía una puntual profundidad adentro suyo, mientras dentro de uno no exista ya al menos una pizca de conciencia de lo que realmente somos, y, claro está, no aludo a algo trascendente, sino simplemente a un conocimiento de sí mismo realista y riguroso.
A falta de eso, ¿cómo podríamos advertir el impacto dramático de las palabras iniciales del libro: “El Yo que el ser humano dice ser no puede ser el Yo…?”: o sea, la negación de uno mismo, echada en cara. Y eso sin al menos una educada advertencia para poder cobijar algo el alma, para tener algo suave, agradable y protector alrededor de nuestra más segura certeza.
Sin embargo, que se trata de un texto poderoso, casi prepotente, se lo intuye ya desde la tapa: debajo del título, en seguida, la afirmación inaceptable: “Una vía más allá de las filosofías occidentales, más allá del Yoga, más allá del Zen”.
O sea, ¡más allá de todo! ¡Claro! …Bueno, entonces será la obra de un loco… sin embargo, créanme, Scaligero era el más sabio entre los seres humanos. Quizás no conocía el Yoga, el Zen… pero no, incluso esto no es cierto, ya que practicó profundamente y por décadas tanto el Yoga como el Zen.
Entonces, ¿por qué no considerar la eventualidad de que en un momento crucial de su vida encontró el secreto de los secretos, lo que todos buscan o aparentan buscar?
Una individualidad excepcional que, tras haberlo experimentado todo, experimenta algo que nunca fue pensado ni experimentado. En comparación al cual el Yoga e incluso el Zen son cosas de adolescentes.
Que quede claro, no se trata de creerlo, sino de leer. Y leer no es suficiente: hay que pensar los pensamientos, “descongelarlos” y liberarlos de las páginas escritas para volverlos propio pensamiento: algo para nada fácil, ya que en el Tratado forma y contenido coinciden a la perfección. El Tratado es una disciplina vertical, totalmente desprovista de cómodos puntos de agarre.
Es difícil que la escalada tenga éxito al primer intento. Por lo que entiendo, teóricamente es posible, pero en la práctica nadie tiene la lucidez, la constancia y el valor para alcanzar inmediatamente la cumbre.
Son necesarios la fuerza que se irá adquiriendo a lo largo de la obra, y el pensamiento “querido” (y no simplemente pensado) que se irá formando más allá del sueño que, pasivamente soñando, confundimos con la realidad.
Es necesario un tipo de conocer que nunca fue conocido, y que, si fuese conocido, no sería el saber hacia el cual apunta la obra de Scaligero. ¿Un conocer desconocido? Ya a partir de estas simples palabras, con las cuales no estoy jugando, podrán advertir cuán “peligrosa” puede ser la aventura que las páginas siguientes les presentan.
¡No! El Tratado no es idealismo filosófico, más bien lo llamaría un poderoso texto de Magia, de la cual nace y destella el Fulgor que derrotó al mundo.
Por otro lado el Tratado no muerde, pueden no leerlo, o incluso leerlo como se lee un diario: así resultará totalmente incomprensible y su vida de ensueño podrá seguir tranquila.
Franco Giovi
Sulla magnifica, storica rivista de L’Archetipo abbiamo potuto, con gioia, leggere di questo eccezionale evento, la traduzione in spagnolo del “TRATTATO DEL PENSIERO VIVENTE” di Massimo Scaligero.
E’ la terza fatica di Veeraj Giovanni Gullo, dopo altre due traduzioni delle opere del Maestro. Si tratta pero’ in questo caso delll’opera principale di Scaligero.
Possiamo solo minimamente immaginare la responsabilita’ che ha sentito Gullo durante questo prezioso e serio lavoro, comprendere la sua dedizione e passione per la Scienza dello Spirito, soprattutto per l’insegnamento perenne dell’opera umana e di un Iniziato, quale quella di Massimo Scaligero.
Nei prossimi giorni ci sara’ una semplice presentazione del libro a Mendoza, in Argentina. Col cuore e con i nostri pensieri, noi tutti che condividiamo questa gioia, con riconoscenza, saremo presenti con Veeraj e tutti i suoi amici e collaboratori della iniziativa: complimenti e grazie infinite!

Grazie per le tue parole, cara Savitri.
Forse, distante dai patri lidi, si riflette ancor di più sul fatto che la Via del Pensiero, nonostante sia sorta nel seno dell’anima di popolo italiana “non è una limitata Italian school ma il ritorno della vera Scienza dello Spirito Universale “, come, ricordo, scrisse tempo fa un carissimo amico. E quindi appartiene all’umanità tutta. Quindi chi può deve darsi un po’ da fare, no…? ☺
Ma dai, caro Veeraj: tutto è relativo. Di vie, per diretta esperienza, più grande è la città, più sono tante…
Poi si hanno anche di più imponenti come i viali, le piazze…
Infine, per l’errore del topografo troveremo spesso “Via da(e)lla Tradizione Solare o Svicolo da(e)l Pensiero e Piazza Pulita da(e)l Santo Spirito, ecc.
Non ci sono? Ci saranno: da sempre quello che è dentro poi si manifesta anche fuori. 🙂